viernes, 21 de noviembre de 2014

20 de noviembre de 2014.

Acampada nacional por la reconformación del tejido social. Acción civil y pacífica para organizar la salida de todos los políticos y la conformación de un equipo de transición.

Hoy, 20 de noviembre de 2014, a más de cien años de la conmemoración del inicio de la revolución mexicana, las calles de la ciudad de México se abarrotaron de una ciudadanía llena de conciencia. Congregados en un recorrido luctuoso, vestidos de negro, con el duelo en el alma y en los corazones se hizo presente la diversidad. Cargas incesantes de multicolor que con dignidad comenzaron su caminar de tres puntos geográficos diferentes para confluir en su zócalo, en su centro, como en un ritual de anunciación que pondrá fin a una historia de abusos e injusticias para dar paso a un nuevo horizonte histórico-social.

Estamos asistiendo al nacimiento de algo nuevo y esto es lo que tanto miedo les da a propios y a extraños.

Hoy, nuevamente muchos se dejaron llevar por el odio, por la rabia y resolvieron desquitarse con el brazo represivo del Estado sabiendo que el resultado sería la dispersión de un movimiento ciudadano que por medio de marchas pacíficas se hace mas grande y mas fuerte.

El gobierno sabe que el movimiento civil y pacífico crece en todo el país y por eso buscará dispersarlo, disolverlo. Pero la rueda de la historia ha comenzado a andar y nada la detendrá hasta que tiempo y espacio se ajusten y signifiquen mejorías substanciales en las condiciones de vida de un pueblo que demanda justicia.

Estamos muy cerca de lograr el cambio social que merecemos, pero para ello tenemos que vencer el miedo que nos ciega, que nos vence, y comenzar a tener confianza en que la construcción, el resarcir el tejido social es mucho más importante que externalizar el odio que nos han inculcado quienes mal gobiernan a México y que se encuentran enquistados en todas las estructuras del gobierno.

El objetivo que nos integra, el que hace crecer la voz del movimiento civil y pacífico es el de: ¡Fuera Peña! ¡Fuera Peña! Y con ese clamor, crece la conciencia respecto a que tendrá que renunciar toda la clase política, de cualquier partido político. La salida de Peña es la demanda inicial pero al mismo tiempo es la más importante. Únicamente hace falta trazar una ruta que haga posible tal objetivo y para ello es necesario comenzar a definir espacios de diálogo, de encuentro, que permitan ir ajustando los horizontes y los tiempos.

Un punto de encuentro podría ser el de una acampada nacional para organizar la salida de esta clase política corrupta e impune pero que también defina la conformación de un equipo nacional de transición democrática que comience por construir un plan nacional de reordenamiento del sistema político y económico en beneficio de la población trabajadora de México que nos permita construir los consensos necesarios para definir el nuevo orden nacional.

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